En anterior oportunidad planteamos el cambio de paradigma en el trabajo del abogado del futuro, el cual debe direccionarse hacia la concepción del “Trabajo en Equipo”. Ya la pandemia generada por el CIVID-19 está obligando a que se apliquen o tengan que aplicar cambios en las labores de muchas oficinas públicas, llámese Notaría, Registro, Tribunal o dependencia administrativa. Incluso en el ámbito de la educación, a todos los niveles, está obligando a que haya cambios sustanciales.

Hasta el mes de marzo de este año 2020 nadie se imaginaba la importancia que iba a tomar el internet para todas estas actividades. Ahora se habla de digitalización, de audiencias virtuales, de recursos de casación formalizados de manera virtual o por correo electrónico. Salvo contadas excepciones, nadie se estaba preparando para una administración pública y de justicia, prácticamente, paralizada, y ahora invocando como necesario el que los actos o actuaciones se lleven a cabo a distancia y utilizando esta herramienta, que, de paso en nuestro país, en los actuales momentos está más que desfazada, desactualizada, con múltiples e innumerables fallas en la prestación del servicio, tanto en su calidad como en la cantidad de población que alcanza.

A esta realidad no escapa la labor del abogado, sobre todo lo que se conoce como ejercicio de la profesión de manera libre, y que en el fondo lo que hace es prestar o participar de un servicio público fundamental como lo es la administración de justicia. Así lo consagra nuestra Carta Fundamental en su artículo 253 cuando establece: “El sistema de justicia está constituido por…los abogados autorizados o abogadas autorizadas para el ejercicio.”

Siendo esto así, el compromiso, la obligación del abogado, hoy día, es mucho mayor, y es un compromiso que pasa no solo por prepararse más, por estudiar más, por actualizarse o estar actualizado en cuanto a los últimos criterios, interpretaciones, teorías, doctrinas o planeamientos jurídicos que se hagan a nivel nacional o internacional y que puedan ser usados y planteados en los casos concretos para su solución. Por supuesto que eso es necesario.

Pero también es necesario, y es una tarea pendiente el comprender la necesidad y conveniencia de aprender a trabajar en equipo; no se necesita ser un visionario de lo que en otras latitudes ha sido una forma de trabajo, una filosofía de trabajo y que es lo que de alguna manera ha contribuido a que se den grandes avances y así mismo se logren grandes objetivos.

Un área donde se ha desarrollado con más ahínco esta filosofía es en el deporte. Una frase que se ha hecho famosa y trascendental es aquella que reza “El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia gana campeonatos”. La misma encierra una gran verdad, pues por un lado se necesita talento, y tal vez, ese talento logre en algunos o muchos casos lograr objetivos, personales o que se irradien hacia un conjunto, pero a la larga, sino se tiene o no se cuenta o no se sabe juntar ese talento con los talentos de otros, el objetivo mayor, el más sublime, el más embriagador, el que más llenaría el alma, puede que no se logre, es más, es casi seguro que no se logre.

El trabajo en equipo es una filosofía de trabajo que implica o conlleva el tener claro que debe existir en cada uno de sus integrantes ciertas y determinadas cualidades, actitudes y disposiciones para que unidas o conjugadas remen, jalen o empujen en una misma dirección, para lo cual hace falta un ingrediente sumamente importante: UN SUEÑO, UN OBJETIVO, que asumido como común por todos sus integrantes sea el punto de encuentro.

Pero ese sueño ese objetivo común no es que nazca de una eterna discusión entre las diferentes formas de pensar o visiones que cada uno pueda tener. Para eso es necesario UN LIDER, una persona, un integrante que reúna una serie de características y cualidades personales que logre INFLUENCIAR a todos, haga que los mismos lo sigan.

Jesús de Nazareth, Martin Luther King, Winston Churchill, Hugo Chávez Frías, fueron todos líderes, aunque con sistemas de valores, capacidades, visiones u objetivos distintos y muy diferentes, cada uno tuvo sus seguidores.
En el campo del derecho, no es que no hayan existido líderes. Por supuesto que si han existido. Unos con mucho éxito, otros con no tantos, y si quisiéramos asociar liderazgo con fama, pues pudiéramos concluir que, para la mayoría, ambos se confunden y hasta más importante sería el segundo, por lo que existen y han existido muchos. Incluso, siendo que el abogado siempre se asocia con la parte política, pudiéramos decir que, salvo contadas excepciones, contemporáneamente, desde 1.958, la mayoría de los presidentes de nuestro país, han sido abogados, lo cual para muchos bien pudiera considerarse un éxito pues han sido líderes. Pero lo cierto, lo concreto es que de este tipo de liderazgo no estamos hablando.

El liderazgo a que nos referimos en el campo del ejercicio de la profesión es aquel que sea capaz de visualizar lo que se está planteando: una situación difícil, cambiante; que sea capaz de romper paradigmas y sea capaz de innovar o proponer nuevas formas o maneras de llevar a cabo sus funciones, de prestar un servicio acorde con lo que puede venir, con lo que la realidad está obligando a tomar en cuenta, para tomar decisiones y para implementar mecanismos que de una u otra manera está rompiendo con las costumbres y modos de actuar de todos hasta el presente.

Se avizoran cambios, muchos cambios en el libre ejercicio de la profesión que van a obligar, tanto desde el punto de vista de las labores que se deben llevar cabo, como de la necesidad y exigencia de los mismos requirentes de nuestros servicios. Ante eso vamos a necesitar cambiar, evolucionar, innovar, ser resilientes, dejar de ser Llaneros Solitarios y aplicar la filosofía del “Trabajo en equipo”, para lo cual también vamos a necesitar de esos LIDERES que comiencen a ver, a visualizar esa realidad, y emprendan la tarea de enamorar, a encantar a posibles seguidores para generar organizaciones, agrupaciones, asociaciones, empresas que generen valor con una prestación de servicios jurídicos acorde a esa nueva realidad.

Ninguna situación es eterna. La historia nos enseña que las situaciones cambian, evolucionan, jamás se quedan estáticas, por lo que es dable pensar que todo lo que estamos viviendo va a cambiar; va a necesitar de mucho esfuerzo, de mucho trabajo, pero va a cambiar; y para cuando cambie debemos estar encaminados también para cambiar, para evolucionar.